Jean Martin du Bruit: Si estar en el escenario y escribir mientras suenan las poesías de Jordi con la música de Neill mezclada por el Anónimo ya es complicado, no quiero ni pensar cómo se siente el público ante el vendaval que lanzamos. Aún así me lo pregunto, mientras me muevo,grito carmen y me aceleró estoy absolutamente metido en mi ser, hay veces que termina el show y mi mente tiene que ir reconstruyendo las partes como si fueran teselas de un mosaico.
Anónimo toledano: Yo soy Isabel la católica. Perdón, quería decir que al estar situado detrás si que me entero del público. En esta ocasión flipé con el efecto gominola. La people las quería aunque estuviesen manchadas por el polvo del suelo. Reza una teoría que conviene atraparlas antes que pasen 3 segundos,sino se ensucian. Pobres bocas.
Jean Martin du Bruit: Un leve recuerdo de infancia en Vandellós. Se acerca el cambio de ritmo, grito y grito, los bolsillos se vacían de gusanos de plástico, me pongo en plan Raúl de Real Mandril y enseño con desprecio orgulloso a Audrey Hepburn, otra sobrevalorada por el falso pop de consumo. En la platea soy Jean Martin y cinco personas más.
Anónimo toledano: Uno de mis orgullos loopoéticos es notar como tanto la música como los poemas unidos a la performance consiguen un in crescendo lento pero seguro que narcotiza, se nota en el aire y en las reacciones. Aumenta el murmullo al ritmo de los decibelios y el rojo lo invade todo con una caricia vanguardista.
Jean Martin du Bruit: Hay que decapitar a la muñeca.
Anónimo toledano: Sí, pero como es fascista merece morir en el infierno,que ya llegará...
Fotos by Sarah Ambhac
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